El perfil del cazador y el valor económico de la caza en España
La imagen del cazador en España ha evolucionado en los últimos años y dista mucho de los estereotipos que aún circulan en algunos medios. Según un reciente estudio de la Fundación Artemisan y Deloitte publicado en The Objective y El Confidencial, el sector cinegético genera un impacto económico de más de 6.500 millones de euros al año en España y sostiene más de 133.000 empleos, especialmente en el mundo rural. Estas cifras consolidan a la caza como una actividad con un papel relevante en la economía del país, no solo desde el punto de vista productivo, sino también en la conservación del entorno y el equilibrio de la biodiversidad.
¿Quién es hoy el cazador español?
El perfil del cazador actual es muy diverso, según El Debate. Más del 60 % de los cazadores españoles cuentan con estudios secundarios o superiores, y sus ingresos medios son similares a los de la población general. Es decir, no se trata de una élite económica ni de un reducto social cerrado, sino de un colectivo plural que participa activamente en la vida del campo, la gestión del territorio y el desarrollo sostenible.
Muchos de estos cazadores compatibilizan su afición con empleos en sectores tan variados como la sanidad, la enseñanza, el transporte o la construcción. Además, la caza no es un lujo, sino una actividad a la que se accede por afición, tradición o compromiso con el medio rural. Prueba de ello es que en zonas con menor renta per cápita, como Castilla-La Mancha o Andalucía, se concentra un alto número de licencias.
Valor económico de la caza como motor del mundo rural
El sector cinegético no solo mueve cifras relevantes en términos económicos, sino que tiene un impacto directo en el fijado de población, la gestión forestal, el turismo rural y la preservación de ecosistemas. Los cotos de caza contribuyen al mantenimiento de caminos, bebederos, vigilancia y control de especies invasoras o sobrepobladas como el jabalí o el conejo.
Además, la demanda de servicios vinculados a la caza —alojamientos, restauración, transporte, comercio de armas y equipamiento, servicios veterinarios, etc.— genera riqueza en comarcas que muchas veces no cuentan con otras fuentes de ingresos estables.
En definitiva, hablar de caza en España es hablar también de empleo, sostenibilidad y territorio. El cazador del siglo XXI no solo porta un arma: lleva también un compromiso con el campo, sus gentes y sus valores.
Una afición mayoritaria, aunque silenciada
Con más de 750.000 licencias de caza activas en España —sumando las federativas y las autonómicas con seguro privado—, la caza es una de las actividades deportivas más practicadas del país. De hecho, supera al baloncesto en número de licencias y se acerca al fútbol, que lidera el ranking. Pese a ello, la visibilidad mediática de la caza es muy inferior, y su peso en el debate público no se corresponde con su importancia social, cultural y económica. Reconocer esta realidad es fundamental para valorar con justicia a quienes la practican y al mundo rural que la sostiene.

Valor económico de la caza
Además del impacto económico directo y de su relevancia en la gestión del territorio, la caza debe entenderse también como un pilar esencial del mundo rural. Así lo han reivindicado desde la Federación de Caza de Castilla y León, recordando que el sector cinegético no solo genera empleo y dinamiza las zonas más despobladas de nuestro país, sino que también promueve valores ligados a la conservación, el compromiso intergeneracional y el conocimiento del medio. Ignorar esta realidad sería dar la espalda a una de las pocas actividades que aún conectan de forma directa al ser humano con la tierra.
En cuanto a su repercusión económica, los datos son elocuentes: los cazadores españoles aportan anualmente más dinero a las arcas públicas, en concepto de impuestos, que industrias como el cine o la música. Según datos recientes publicados por Jara y Sedal, la caza genera más de 614 millones de euros en impuestos al año, superando ampliamente los 584 millones del cine y los 603 millones de la música. Estas cifras confirman que estamos ante una actividad con una base social fuerte, sostenible y, sobre todo, económicamente trascendente.
Número de licencias por comunidades
Según los últimos datos publicados por Jara y Sedal (mayo 2025), en España hay casi 748.000 licencias de caza en vigor, lo que confirma el peso real de esta actividad en nuestro país. Por comunidades, Andalucía lidera el ranking con más de 192.000 licencias, seguida de Castilla-La Mancha (más de 110.000) y Castilla y León (casi 98.000). Cataluña, pese a las restricciones crecientes, cuenta todavía con más de 51.000 licencias. Estos datos refuerzan el argumento de que la caza, además de ser una herramienta clave de gestión del medio natural, sigue siendo una actividad social y económica de gran calado. Su impacto va mucho más allá del monte: se traduce en empleo, fijación de población rural y conservación del territorio.