Rececho de corzo en Rumanía con sabor a reencuentro
La temporada de corzo sigue atrayendo a cazadores de todas partes. En esta ocasión, la historia viene
firmada por dos amigos rumanos, los dos se llaman Florin, que trabajan habitualmente en España, aunque en zonas muy distintas. Por motivos laborales, hacía tiempo que no coincidían… pero decidieron reencontrarse con un plan muy especial: pasar un fin de semana juntos en nuestro coto y disfrutar del rececho del corzo en Rumanía.
Cuando se caza en la Anoia la jornada comienza temprano, con la primera luz del día dibujando siluetas entre las encinas. Guiados por Jaume, los dos cazadores se adentraron en el terreno seco y exigente de la comarca, donde cada oportunidad exige sigilo, resistencia y buena puntería. No vinieron buscando medallas ni récords, sino emociones auténticas. Y las encontraron.
Uno de los corzos apareció entre los matorrales tras una espera tensa, apenas visible entre la vegetación. El tiro fue difícil, con poco margen de maniobra pero Florin Viorel tiene muy buena puntería. El segundo, más confiado, se dejó ver unos minutos al borde de un sembrado, lo justo para permitir el disparo. Ninguno de los dos animales destacaba por la envergadura de su trofeo, pero ambos lances ofrecieron lo que todo cazador busca: emoción, reto y la satisfacción de hacerlo bien.
Cuando se caza en la Anoia la jornada termina con una comida compartida en el Hotel La Pedra y muchas historias que contar. Para estos cazadores rumanos, el viaje no fue solo un reencuentro con la caza, sino con la amistad y la naturaleza. Porque en Cotos Mas, lo importante no siempre es el tamaño del trofeo, sino la intensidad del momento.
La complicidad entre los amigos rumanos, el idioma compartido con Jaume y el respeto por la caza hicieron que la experiencia fuera aún más enriquecedora, demostrando que la pasión no entiende de fronteras.


