Rececho al amanecer en el Coto de Conill 🦌
Coto de Conill, Comarca de la Anoia 7 de abril de 2024 — El aire fresco de primera hora envolvía el bosque cuando Norberto de Sansimón se encontró con Jaume de Cotos Mas, guía experimentado y conocedor de cada rincón del coto. El cielo comenzaba a teñirse de naranja y el canto de los mirlos parecía dar paso a una jornada prometedora.
Era mediados de abril, dentro del periodo hábil de la nueva temporada de rececho. La primavera había pintado los campos con un verde vibrante y la actividad de los corzos, en plena fase territorial, hacía pensar que la jornada no sería fácil, pero sí emocionante.
A paso lento, bordeando las lindes del encinar, Jaume señalaba con gestos pausados las marcas de los machos en el barro húmedo, los troncos arañados, los cambios sutiles en la vegetación. Cada paso era un ejercicio de paciencia, de respeto y de entendimiento con la naturaleza.
Rececho de Corzo al amanecer
Fue en una ladera despejada, justo antes de que el sol rompiera con fuerza sobre el claro, cuando vieron al macho. Estaba tranquilo, pastando con atención pero sin sospechar que dos siluetas se mantenían a cubierto a 180 metros. No era el más grande que había visto Norberto, pero sí uno que desbordaba carácter: cuello ancho, cuerpo recio y una cuerna con cierta asimetría que lo hacía especial.
Tras una señal de Jaume, Norberto se acomodó sobre la mochila, respiró hondo y esperó el momento adecuado. El disparo seco cortó el silencio por un instante. El corzo cayó limpio, sin sufrimiento, y el
respeto se impuso al júbilo: unas palabras en voz baja, una mirada entre los dos, y una foto que inmortalizó no solo el lance, sino todo lo vivido hasta llegar a ese instante.
Como cada jornada en Cotos Mas, no fue solo caza. Fue silencio, fue paisaje, fue tradición compartida entre cazador, guía y naturaleza. Fue una historia más que quedará en la memoria de quienes saben que cada rececho tiene su alma.
